viernes, 30 de octubre de 2015

A modo de conclusión

El proyecto de construcción de un Estado implica, no solamente organizar un sistema institucional, político y económico, sino también la elaboración de un sistema verbo-simbólico que lo legitime.
Entre otros canales de construcción simbólica, el sistema educativo contribuye a consolidad los contenidos ideacionales y los mitos fundantes de la Nación y el Estado.
En nuestro país, hacia fines de la década de 1860, en medio dificultades financieras, económicas y políticas se implanta un modelo político autoritario, con el sustento el ejército y el apoyo de empresarios. Los objetivos en este momento eran consolidar la presencia del Estado en la sociedad y la economía, afirmar la propiedad privada y reinsertar al Uruguay como Estado y como Nación en el contexto mundial de finales del siglo XIX.
El modelo de modernización repercutió en el pensamiento de la época, registrándose un gran avance del positivismo expresado en la reforma escolar valeriana. Lo moderno se ligaba con las ideas de progreso y razón. El hombre «civilizado» se define como el ideal que rige el medio social y curricular vigente.
Los fines del sistema educativo correspondían con un proyecto de hombre y de sociedad que se intentaba construir desde el Estado. La escuela constituía un ámbito de uniformización socio-cultural, que dejaba de lado todo tipo de diversidad, por entender que ella era origen de desorden social, político y económico. Sobre esa base se va construyendo el imaginario colectivo de la sociedad uruguaya.

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